Navegé por el mar
con el cielo sediento de nubes.
Atravesando el horizonte,
hallé la orilla desnuda.
Anduve con mis pies descalzos
por la arena dorada.
Y alcancé el sol con mis ojos
cubiertos de lágrimas.
Busqué el descanso de mi cuerpo
entre las dunas,
y respiré profundo,
con el aroma del viento.
Coloqué las alas heridas
sobre mi pecho,que aún latía,
y cerré la diminuta estrella
sedienta de besos.
Susurré tu nombre con las olas,
mientras cantaban con tu voz,
sobre el cuerpo dormido,
en el olvido de tu memoria.
Paulina Moya
©2012 Paulina Moya
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